El golodomor, la hambruna provocada en 1932-33 por la colectivización agrícola de Yósif Stalin, fue un "genocidio" destinado a "eliminar todas las aspiraciones nacionales" de Ucrania, opina el presidente, Víctor Yúshenko, anfitrión esta semana de las conmemoraciones del 75º aniversario de aquella tragedia. En una entrevista con EL PAÍS y cuatro medios europeos, Yúshenko afirma que el golodomor costó la vida a "más de 10 millones" de personas en Ucrania. Las cifras barajadas por los historiadores oscilan de 1,5 millones a 5 millones.
A las conmemoraciones de la hambruna que culminan el sábado en Kiev asistirán representantes de diversos países, entre ellos España, pero no el presidente de Rusia, que declinó la invitación. En una carta abierta a Yúshenko, Dmitri Medvédev discrepa de la interpretación de la hambruna como "genocidio" contra Ucrania, y recuerda que la tragedia afectó a Rusia, Kazajistán y Bielorrusia. El líder del Kremlin califica de "cínico y amoral" hablar de "diferencias cualitativas" del hambre en Ucrania y otras regiones de la desaparecida URSS.
Yúshenko dice no tener "mucho deseo de comentar" la misiva del colega ruso, que muestra "una actitud inadecuada hacia la tragedia del pueblo ucranio", atribuible tal vez a un "malentendido histórico". Luego, arremete: "El presidente de Rusia humilla a millones de personas que hoy descansan en paz, inocentes asesinados que no debían nada a nadie". Y agrega: "Cualquier presidente tiene la obligación y el honor de descubrirse ante su memoria. Es una norma ética elemental indiscutible".
"En Ucrania murieron hasta 10 millones de personas", afirma, dando "cifras basadas en datos estadísticos". "En 1926, según el censo soviético, había 31 millones de personas. En 1937, según otro censo, 26 millones. Considerando el crecimiento poblacional y la tasa de mortalidad, en 1937 deberíamos haber tenido 37,5 millones de personas. No hubo familia en Ucrania que no perdiera a alguno de los suyos. Hablamos de una de las mayores catástrofes humanitarias del mundo", afirma.
Yúshenko no aspira a la precisión. "Para mí no es primordial encontrar rápidamente la cifra global de víctimas. Tomará tiempo. En 1936-1937 podría haber 11 millones de personas más de las que hubo. La pérdida se explica por la política de rusificación, las deportaciones a Siberia y el Lejano Oriente, pero sobre todo por el hambre".
Para el presidente ucranio, el golodomor tiene una "dimensión política". "Fue una de las páginas de la lucha por nuestra independencia, nuestra cultura, nuestra identidad y nuestro anhelo de ser un país independiente, esos deseos que todos los ucranios heredaban de una generación a otra". "En los años veinte los campesinos eran la parte más independiente y autosuficiente de la sociedad ucrania y hablamos de genocidio porque fue un asesinato masivo de gentes que representaban el pueblo ucranio", explica. El genocidio, además de motivos étnicos, tiene también "motivos nacionales", dice. Y recalca que emplea el término "nacional" en un "sentido amplio, como asesinato masivo de un pueblo. Murieron ucranios, judíos, rusos, bielorrusos, gente que vivía en el campo ucranio. Honramos a todas las víctimas con independencia de la nacionalidad y del territorio donde perecieron". "El fin de aquella política era castigar al pueblo portador de la eterna idea de independencia y comunidad".
"No culpamos a la nación rusa por esa tragedia. Sólo al régimen comunista. Para nosotros es un tema moral y ético", prosigue. "En nuestro país gobernaba un régimen inhumano. El matar a la gente de hambre fue uno de los métodos para ahogar todas las aspiraciones nacionales y ésta es la particularidad del golodomor de 1932-1933 en Ucrania y sólo en Ucrania". "El hambre afectó también a kazajos y rusos, pero a una escala diferente y sin las características del hambre en Ucrania, el único lugar donde se empleó la práctica de las listas negras para el exterminio del campesinado". La lista negra equivalía a una condena a muerte de los pueblos que no cumplían el plan de producción de cereales. Los campesinos eran expropiados de todos los víveres y, confinados por la fuerza en aquellos pueblos malditos, acababan pereciendo. "Millones de personas querían marcharse para alimentar a sus familias. Pero les estaba prohibido dejar Ucrania. Eso no ocurrió en ninguna otra parte".
Yúshenko, de 54 años, cuenta que el hambre planeó sobre su infancia en Jorúchevka (pueblo del este de Ucrania). Su abuela tenía tres sacos de pan seco en el desván y se negaba a explicar por qué. Tampoco quería explicarle por qué era ondulado el prado por donde pasaba para apacentar las vacas. Más tarde, supo que aquella tierra estaba repleta de cadáveres. "Hace tres años mi idea era honrar la memoria de las víctimas de la gran hambruna conjuntamente con Rusia y con los dirigentes rusos y tuve la impresión de que me habían entendido, pero después esa cuestión adquirió rasgos inesperados, que considero humillantes para nuestras relaciones", explica.
A la crisis política de los líderes de la revolución naranja se ha sumado la económica, que azota duramente a la industria, especialmente la metalurgia. "Ucrania produce 41 millones de toneladas de acero, de las que exporta dos tercios". De los centros industriales llegan noticias sobre cierre de empresas y vacaciones sin sueldo. Los analistas prevén protestas sociales.
Yúshenko no oculta el deterioro de su relación con la primera ministra, Yulia Timoshenko, con la que ya "en el primer Gobierno tras la revolución naranja" encontró "dificultades internas colosales en lugar de armonía". "La revolución da una oportunidad, pero por sí misma no produce cambios. Lo más doloroso es no haber utilizado esa oportunidad en la economía". "El rumbo social-populista de izquierdas se filtró en la política". El PIB, que crecía al 7% anual, se contrajo en un 1,3% en septiembre. Los gastos sociales del presupuesto se han incrementado y "la inflación en Ucrania es la más alta de Europa", con una previsión del 24% para 2008.
La balanza comercial tendrá un excedente de 1.590 millones de euros en 2008, pero "en 2009 habrá un saldo negativo de 12.700 millones de euros, por la reducción de inversiones, depósitos y créditos en divisas y la crisis exterior", dice Yúshenko. El Banco Central tiene unas reservas de 25.400 millones y Kiev ha obtenido un crédito de 13.000 millones de euros del FMI, lo que según el presidente es suficiente para afrontar 2009.
Los problemas del Parlamento ucranio son "un factor negativo que da argumentos a las estructuras euroatlánticas para rechazar nuestra integración", opina Yúshenko, según el cual "un tercio de la sociedad apoya el anhelo euroatlantista, frente al 17% hace tres años".
¿Recibirá Kiev en diciembre el plan de acción para el ingreso en la Alianza? "La pelota no está en nuestro campo. Todo depende del deseo político de los representantes de la OTAN", señala.
Kiev quiere garantías colectivas para su soberanía e integridad territorial, dice Yúshenko. "Comenzando en 1918, Ucrania ha declarado su independencia seis veces y en cinco de ellas, la ha perdido, sobre todo porque no teníamos socios extranjeros que reconocieran nuestra integridad territorial y también la inviolabilidad de nuestras fronteras y nuestra soberanía". "Estamos dispuestos a aceptar la obligación de que nuestro territorio no será utilizado para debilitar ninguna defensa o política de seguridad. Para los países de Europa la ampliación del espacio de estabilidad y paz hacia el Este es especialmente actual sobre el telón de fondo de los acontecimientos en el Cáucaso".
Yúshenko se presenta a sí mismo como un político con sentido de misión, dedicado a temas poco idóneos para "ganar puntos", pero de importancia estratégica para la nación. El golodomor, dice, es uno de ellos. A muchos les cuesta comprender que el presidente esté tan volcado en la historia, con tantos problemas económicos por resolver. "El hambre es la que vamos a pasar en el futuro", señala una seguidora de Timoshenko.